🎨 Lo que el color dice sin hablar

🎨 Lo que el color dice sin hablar

Percepción, lenguaje y embalaje: una mirada a cómo interpretamos los colores más allá del diseño

¿Alguna vez te has parado a pensar por qué ciertos colores te resultan agradables y otros incómodos? ¿Por qué en el mundo del diseño el rojo se asocia al peligro, el verde a lo natural y el azul a lo confiable? Estas asociaciones no son casuales ni universales, aunque muchas veces se presenten como tales. La manera en que percibimos y clasificamos los colores está profundamente influida tanto por nuestra fisiología como por nuestro lenguaje y cultura.

Durante años se creyó que todas las lenguas seguían un mismo patrón evolutivo a la hora de nombrar los colores: primero blanco y negro, después rojo, verde o amarillo, luego azul, y así hasta completar el abanico. Esta teoría, popularizada por Berlin y Kay, fue muy influyente, pero también muy discutida. Estudios más recientes, como el realizado por Stephen Levinson con hablantes de Yeli Dnye en Papúa Nueva Guinea, muestran que no todas las culturas entienden el color como una categoría independiente. En ese idioma, por ejemplo, los colores no tienen nombres abstractos; en su lugar, se usan descripciones basadas en objetos (“como el jugo del árbol X”, “como las hojas secas de banana”) o sensaciones (“como la noche”)¹.

Esto cambia radicalmente la forma de entender la percepción del color. No todos los pueblos dividen el espectro cromático del mismo modo. A veces, lo que para nosotros es verde, para otra cultura puede ser solo un tipo de “madurez” o “frescura”. Y es que nuestra forma de nombrar influye en cómo percibimos. O como diría Wittgenstein: los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo.

En paralelo, investigadores como John A. Lucy han mostrado que las herramientas lingüísticas condicionan incluso cómo recordamos y clasificamos los colores. En tareas experimentales, las personas tienen más facilidad para distinguir colores si en su idioma tienen nombres distintos para ellos².

Pero no solo los lingüistas han intentado poner orden en este caos. Los diseñadores, artistas y fabricantes se han buscado sus propios sistemas: RAL, Pantone, NCS, CIELAB… Todos con un objetivo común: dar nombre y número a eso que a veces las palabras no alcanzan. El sistema CIELAB, por ejemplo, permite medir la diferencia de color de forma precisa en cualquier material. Pantone ha sido durante años la biblia del diseño gráfico. RAL es muy usado en pintura y embalaje industrial por su facilidad de aplicación directa. Y NCS (Natural Color System) trabaja sobre cómo percibimos el color, no solo cómo lo reproducimos.

Ahora bien, ¿qué nos importa todo esto si lo que hacemos son cajas, sobres o etiquetas? Pues, en realidad, muchísimo. Porque en un mercado donde todo compite por atención, el color de tu embalaje no solo envuelve: comunica.

No se trata solo de si te gusta más el amarillo o el azul, sino de qué significado transmite cada uno dentro de tu contexto cultural y comercial. En Hanbo Pack, por ejemplo, usamos un amarillo señal (RAL 1003) que comunica energía, claridad y dinamismo, combinado con negro (RAL 9004) para reforzar contraste, elegancia y solidez. Esa elección no es casual: está pensada para captar la atención sin gritar, para decir mucho con poco.

Además, conocer cómo cada sistema interpreta el color te permite trabajar de forma más coherente entre soportes y materiales. El amarillo que ves en una caja no es igual al de una cinta adhesiva o una etiqueta impresa en digital. Pero puede sentirse como el mismo si sabes cómo traducirlo entre sistemas.

Un estudio computacional reciente llevado a cabo por Loreto y su equipo analizó cómo las comunidades podrían llegar a acuerdos sobre los nombres de los colores sin un lenguaje predefinido. Simulando juegos de lenguaje entre agentes artificiales con percepción humana del color, observaron que los colores “básicos” (como rojo o azul) tendían a fijarse antes que otros, y en un orden muy similar al documentado en cientos de lenguas del mundo³. Es decir: nuestra biología visual podría predisponernos, pero es la interacción social la que fija el lenguaje del color.

Al final, los colores no solo se ven: se piensan, se nombran y se sienten. Entender esto es dar un paso más allá del diseño decorativo y entrar en el territorio de la comunicación efectiva. Porque lo que no se dice con palabras, también se puede decir con color.

Si estás pensando en crear un embalaje que no solo proteja, sino que también comunique con color y personalidad, en Hanbo Pack te ayudamos a diseñarlo desde cero. Puedes elegir tus colores, combinarlos con materiales específicos y desarrollar un packaging único para tu marca. Pide tu presupuesto sin compromiso y déjanos acompañarte en el proceso, desde la idea hasta el resultado final. Puedes escribirnos a shop@hanbopack.es .

Fuentes consultadas

¹ Levinson, S. C. (2000). Yeli Dnye and the Theory of Basic Color Terms. Max Planck Institute for Psycholinguistics.
² Lucy, J. A. (1997). The linguistics of “color”. En Color Categories in Thought and Language.
³ Loreto, V., Mukherjee, A. & Tria, F. (2012). On the origin of the hierarchy of color names. Proceedings of the National Academy of Sciences.

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